lunes, 14 de marzo de 2011

Mima tus pies

¿Sientes los pies cansados o doloridos, o simplemente los tienes abandonados? Si tus pies no están bien, todo tu cuerpo se verá afectado, así como tus niveles de energía. Por suerte, unos sencillos cuidados reconfortantes pueden devolverles la vitalidad.

Probablemente nunca te habrás parado a pensar en lo duro que es el trabajo de los pies y, sin embargo, son ellos los que aguantan cada paso que das: a lo largo de nuestra vida, hemos caminado tanto, que podríamos haber dado la vuelta al mundo cuatro veces. La compleja estructura de los pies - 26 huesos y miles de terminaciones nerviosas - hace que, cuando se encuentran bajo tensión o se ven sometidos a un sobreesfuerzo, se note enseguida. El dolor, las durezas de la piel y las agujetas son signos de que los pies necesitan atención. Podólogos y reflexólogos recomiendan aplicarles regularmente una serie de cuidados.

Préstales más atención si...

- Notas la piel seca y dura en los talones y en torno a los dedos gordos

- Sientes los pies doloridos (especialmente los talones) después de llevar los mismos zapatos durante todo el día.

- La piel de tus pies tiene un aspecto grisáceo, seco, mate y arrugado

- Tienes los pies y los tobillos hinchados cuando viajas o si tienes que permanecer de pie durante gran parte del día.

- Notas los pies rígidos y poco flexibles, a veces como si estuvieran anquilosados en una posición.

Tratamiento integral

Siéntate cómodamente en un lugar donde nadie pueda molestarte y prepárate para iniciar el ritual de cuidados. Coge dos toallas grandes, coloca un barreño con agua caliente sobre una de ellas y prepárate para relajarte.

Necesitarás:

  • Un barreño lo bastante grande como para que te quepan dentro los pies perfectamente planos.
  • Dos toallas grandes y esponjosas (una para ponerla debajo del barreño y otra para secarte los pies).
  • Sales en cristales (o sales de Epsom)
  • Aceite de oliva
  • Un aceite esencial
  • Exfoliante para pies
  • Lima para pies o piedra pómez
  • Crema hidratante de base oleosa
Comienza con un baño aromático: 

En primer lugar, añade al agua un producto específico para el cuidado de los pies: comienza con un par de cucharadas de sales en cristales con propiedades desintoxicantes y aceite de oliva hidratante, y después añade unas gotas de un aceite esencial relajante. A continuación, sumerge los pies en el barreño con agua caliente y relájate durante diez minutos. Si se te hinchan con frecuencia, necesitas estimular la circulación: puedes lograrlo sumergiéndolos en un segundo barreño con agua fría durante un par de minutos, para después volver a introducirlos en el agua caliente.   

Exfolia las durezas de la piel:

Una vez transcurrido el tiempo de remojo, sécate los pies y frótalos muy bien con una toalla suave. Así se favorece el desprendimiento de las células muertas de la piel, lo que permite que se regenere ésta y dejen de formarse durezas. Utiliza un exfoliante de grano pequeño, más suave para la piel. Para eliminar las pieles más duras, frótalas con una lima para pies, o con una piedra pómez, con suaves movimientos circulares. 

Deja que penetre la crema hidratante

Cuando tus pies todavía estén húmedos, aplícales un producto hidratante de base oleosa. Las cremas que contienen lanolina son especialmente eficaces, pues las plantas de los pies carecen de glándulas sebáceas productoras de sustancias oleosas, de modo que se secan con facilidad. Si puedes, pon los pies en alto y deja que la crema penetre durante al menos una hora. 

Mueve los dedos 

Por último, ejercita todos los músculos de los pies con algunos movimientos, para eliminar tensiones. Empieza con unas simples rotaciones de tobillo y después flexiona los pies hacia arriba y hacia abajo varias veces. Encoje y estira los dedos y termina moviéndolos rápidamente.

Automasaje de pies

Si te sobra un poco de tiempo, regálate un tratamiento aún más completo con este masaje relajante, perfecto para una larga tarde de domingo en el sofá.

Antes de empezar, asegúrate de que la temperatura de la habitación sea cálida. También es importante que tu asiento sea cómodo y esté cubierto con una toalla gruesa. Para el masaje puedes utilizar una crema hidratante o, si lo prefieres, un aceite específico ya preparado. Dedícale al masaje al menos 20 o 30 minutos y cuenta con cierto tiempo después para relajarte. Según vayas dándote el masaje irás descubriendo qué presión es la que más te gusta.

1. Comienza el masaje extendiendo un poco de aceite o de crema sobre todo el pie, desde los dedos hasta los tobillos, en línea recta y con movimientos largos y firmes.

2. Masajea cada dedo con movimientos circulares, estirándolos al mismo tiempo que los frotas. Dedica al menos un minuto a cada dedo.

3. Ahora trabaja la planta del pie, centrándote en las áreas comprendidas entre los metatarsianos (los huesos que van desde los dedos hasta el talón). Trabaja con movimientos circulares y presiona con firmeza.

4. A continuación, toma cada pie entre tus manos y, con un rápido movimiento de frotamiento, masajéalo hacia arriba y hacia abajo.

5. Utiliza los nudillos para frotar y ejercer presión sobre el arco del pie, y después presiona y fricciona firmemente la planta hacia los dedos con la palma de la mano.

6. Relájate unos minutos y después pasa al dorso del pie. Con una ligera presión, frota la piel de entre los dedos y a lo largo de todo el pie, hasta la base de la pantorrilla.

7. Termina masajeando el tobillo varias veces, haciendo movimientos circulares y estirando el pie con los dedos hacia atrás.

ADVERTENCIA: el masaje de pies puede estar desaconsejado para las personas con ciertas patologías, como edemas, cardiopatías o diabetes; si no estás segura, consulta a tu podólogo o a tu médico.

- Consejo: date este relajante masaje podal antes de ponerte los zapatos de tacón. Al tener los pies sueltos y relajados, te sentirás cómoda con los tacones durante más tiempo.   


Fuente: La guía esencial de belleza de RBA

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